INGREDIENTES:
  • Cuatro medias pechugas de pollo, sin piel ni huesos, en filetes gruesos
  • Una cabeza de ajos, separados y sin pelar
  • Una cucharada de tomillo fresco, picado (o media de tomillo seco)
  • Media cucharada de romero fresco, picado (o media de romero seco)
  • Pimienta
  • Sal
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    PREPARACIÓN:

    En una cazuela grande, calentar el aceite y cocer los ajos a fuego medio-bajo, durante cinco o siete minutos, para que empiecen a ablandarse pero sin quemarse. Es mejor hacerlo con la cazuela tapada.

    Salpimentar las pechugas de pollo y condimentarlas con las hierbas.

    Destapar la cazuela, mover los ajos hacia el borde, poner el pollo y cocinarlo durante cosa de tres minutos por cada lado, o hasta que esté hecho. A tener en cuenta: los ajos siguen ahí dentro, no nos olvidemos de ellos, que el ajo quemado sabe a rayos.

    Sacar los filetes de pollo y los ajos, pelar estos últimos y aplastarlos con un tenedor hasta obtener una pasta que sabe de vicio. Untar con ella las pechugas, salpicar con parte del aceite de la cazuela, y a la mesa.

     

     

     

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